Radio Clásica

El Club de lectura leo luego existo

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Un sabado de aventuras en el Cusco. Foto de ¡Eps!
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jueves, 18 de septiembre de 2008

Mauricio Kagel



Estuve escuchando unas declaraciones de Mauricio Kagel, en radio clásica, un compositor argentino que hablaba de la importancia de la memoria para los compositores y los artistas en general, sus declaraciones y la manera en que ellas aclaraban los vericuetos del alma me parecieron sumamente llenas de sinceridad y una inteligencia profunda, también hablaba no del arte total de Wagner, sino de que la música debe recobrar su papel dentro de la obra y como integrante del teatro, hacer mucho con poco son otros de los temas que nos refiere Kagel.


"¿De qué esta más contento? ... si me preguntan de que estoy más contento, les contestaría que de escribir música".


"La quinta del lobo es igual a siete octavas menos siete octavas puras......"


"Klan belfe"o Klangwölfe für Geige und Klavier (1979)


De estos y otros temas nos habla Maricio Kagel

lunes, 1 de septiembre de 2008

El concierto

El otro día llegue un poco tarde a un concierto, por lo de la huelga, los autos pasaban después de media hora y más. En casa mis hermanos no me esperaban, tampoco tenía enamorada, estaba peleado con ella, así que decidí escuchar la música desde la calle. Hacia un poco de frió, bastante. Una mujer observaba la puerta del auditorio, esperando seguramente a que alguien la abriera. De pronto la voz de la soprano comenzo a escucharse, era una voz dura, estremecedora y fuerte, se escuchaban los latidos del corazón mezclados con pálpitos y alientos y otras voces. Cerré los ojos e imagine estar dentro del teatro.

Era un lugar grande, unas luces en el techo, una gran nave en unos costados, así es como creo que se le llama a esa parte alta que estaba cerca a una señora que no paraba de toser, mientras un hombre un tanto molesto le conminaba a que se callase. La soprano dirigía su mirada a ese lugar, pero en lugar de sentir la mirada se sentía esa voz, ella estaba conversando con todos, de algo. Recuerdo que un niño dormía. La soprano interpretó una canción y un señor se emociono con unas lágrimas, por un momento yo también me emocione, parecía que la gente estaba flotando y hasta se podría decir que la música se podía ver.

Una joven me miraba, empezaba a pensar en que lugar estaba metido, era un concierto, pero también un lugar de encuentros y desencuentros. Las voces del cielo, el camino del Main o Mainn, seguro es uno de ellos, mientras la lluvia de la tarde cae en el estrépito de algún dolor y una tristeza, pero una mujer sonríe y la joven aún me esta mirando. La sigo, no sé por qué, está detrás de una cortina, y sin mas ella me roba un beso, aunque antes de eso ambos chocamos las cabezas, pero no importa. Luego la voz me hace dar cuenta de que ella me toma la mano, es una joven muy linda, que después de un momento se sienta en su silla. Yo volteo y ella dice, hace un poco de frió, aunque tal vez miente, la calefacción del lugar es bastante buena.

Me pongo a escuchar de nuevo y cierro los ojos, ahora las estrellas del cielo se mezclan con la música, el camino a Trevelers, ahora si que no sé, pero las estrellas se mueven, es una gran bóveda el cielo, un camino, un lugar grande de sueños que pocas veces recordamos, pero que siempre están cerca, en cada tonada, en cada estrella que cruza los cielos. El mar se despeja, la mirada y un cariño que no sabemos. El sabor a sal, el sabor a ella cuando el cuerpo se encuentra con el espejo, con el otro, y una voz que nos susurra, ahora la soprano parece susurrarnos, parece acariciar el cuerpo, la miel que hay en cada rincón de los lugares del alma.

Es curioso, por un momento el cielo no parece tan grande, la voz se hace más familiar, mientras veo a alguien que quiere sentarse junto a mí. Me toca el hombro y me señala un lugar. Le digo que no está ocupado, que puede sentarse, por un momento parece dudar, mira a uno y otro lado, acomoda un periódico en la acera, y luego se sienta, luego se acerca a la orilla, al universo y las estrellas, a la bóveda azul que está en nosotros, mientras la voz de Anne se eleva por los cielos.