Fotos: http://www.ayrton-senna.com.ar/index.htm
Fue una cosa curiosa. En la mañana leí el Blog de Marcelo Figueras, y hablaba sobre el tenis y esos gritos que uno hace cuando todo está un poco dificil, y recordaba los días en que me gustaba ver el tenis en la tele, también me gustaba la formula uno y, claro, el fútbol, pero era igualmente emocionante recordar "lo que hice antes de esos encuentros y lo que disfrute entre partido y partido y carrera". Recuerdo una escena imborrable, una escena sacada de los juego de vídeo, era una mañana, creo que la carrera era en Italia o Japón, Ayrton Senna estaba muy relegado en el pelotón de la carrera, era casi imposible que llegue siquiera entre los cinco primeros, casi imposible. Las curvas cerradas y la sensación de frió hacían que todo pareciera irreal, y es que lo era, una carrera que no estaba seguro que se estuviera realizando en aquel momento, con los autos y su velocidad, los carteles y la suma de sonidos ensordecedores que iban de un lado a otro. De un momento a otro, las cosas cambiaron. Senna se acercó poco a poco al pelotón principal. Era una curva cerrada, era físicamente imposible entrar entre ella y un auto que la cierre en un ángulo de sesenta grados, tal vez sea una exageración, en todo caso era muy difícil que eso sucediera. Pero ante los imposible surgió un prodigio, lo recuerdo, tendría entre diez y doce años, Ayrton Senna apareció de entre la bruma, por sorpresa, paso delante de un coche, era lo normal. Al acercarse a la recta saco algo de ventaja, aprovechando que todos los otros pilotos estaban preocupados en la táctica, al parecer Senna dejo de hacer caso de las ordenes de su Boxer, de sus consejeros de la carrera, era como si viera el cielo y se pusiera a correr, la carrera, en su mente. De seguro recordaba aquella escena en la que de niño paso a uno y otro coche, mientras jugaba en la calle, a unos con una táctica, a otros invisiblemente, miraba los coches de juguete y los pasaba sin fatigas, pero si con mucha astucia y arriesgandolo todo. Los autos iban velozmente, pero el auto de Senna era cual una furia más veloz. Pasó a otro auto, estaba en la quinta posición. De repente fue como si estuviera escrito, paso a uno y otro, con el peligro de que sus llantas se desgastaran, a uno y a otro, como si fuera aquella carrera de autos que tuvo cuando era niño. Era increíble, la manera y la forma en que llegaba a los primeros puestos. Se acercó a la curva y pasó por un lado y otro, hizo un movimiento de engaño, se quizó meter por un lado y en eso, aprovechando la distracción del otro piloto, se adentro por otro, así casi chocando con otro auto, rozándolo, se puso en tercera posición, Ahora Alain Prost, uno de sus mejores rivales en las pistas, lo veía desde lejos. El penultimo coche estaba tranquilo, pero sin darse cuenta, poco a poco, empezó a bailar, Senna lo estaba empujando a una trampa, o a un lugar curioso, se detuvo un poco y luego, como si estuviera viendo las nuves y la pista, como si tuviera los ojos cerrados al hacer la carrera en su mente, paso al primer lugar, fue maravilloso, recuerdo esa carrera y la forma en que el corredor Brasileño jugaba con uno y otro comtrincante, como si desde antes de la carrera ya hubiera hecho todo eso; y solo, con la ayuda de la memoria y de los juegos pudiera llegar en primer lugar a la meta. Fue una carrera que recuerdo bien, mientras mis amigos jugaban al futbol en la calle y escuchaba el grito de la vecina llamando a su marido para que la llevara a dar un paseo; es como si la hubiera visto hace tan solo un momento, a mi vecina, aunque la escuche y no la vi, a mis amigos y a una de las carreras mas extraordinaridas que haya visto. Bueno, y todo esto por Marcelo, así que ya saben a quien se debe esto.
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