Al llegar al aeropuerto de Buenos Aires, Ezeiza, sentía algo de frió, bueno, por el clima y las lluvias. Hace unos días granizó muy fuerte. Me esperaban Cristhian y su enamorada, al verlo no lo pude reconocer, tenía el cabello grande y algo de barba, su enamorada en cambio estaba vestida con unos jeans apretados, pero era todo lo contrario a Cristhian, ella se llama Mery, es de Trujillo y está estudiando arquitectura junto a Cristhian. Tomamos un taxi y entre tanto ya mi amigo me estaba prestando un libro, de Piglia, era "Blanco Nocturno", yo quería ir a las calles de los teatros, y el tango, a la de los libros, conocer el teatro Colón, la calle San Telmo; veía a lo lejos un obelisco, mientras el cielo de Buenos Aires me daba la bienvenida, como a muchas otras personas, quería conocer también Caminito, ver las casas de colores. Pero por el momento íbamos rumbo a Albarracin, ya habría tiempo para conocer el puerto, los museos, la plaza de Mayo, la estación Retiro y un poco a la gente de Buenos Aires, mientras tanto dejo de escribir para ir a cenar algo, respirando al mismo tiempo un aire fresco, aunque la ventisca seguro llega luego, espero que sea una ventisca amistosa, como las que había en mi ciudad, aunque por momentos siento que de algún paseo conocía Buenos Aires, y es que a veces me ponía a escribir sobre la Argentina, un cuento, un artículo, una historia, tal vez viví aquí en otro momento, como ese marino ladrón, pirata que le decían, aunque era un caballero del engaño, Patrón Indalecio, pero esa es una historia que se conoce mucho, aunque pocos la saben y bueno, mejor lo dejo al Pirata tranquilo, enamorador y embustero, creo que sería mejor decir no lo dejo, sino que el dejo argentino ya se me está pegando, ahora, sí, a comer algo.
El Club de lectura leo luego existo
lunes, 15 de agosto de 2011
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