La pintura.
Ademar era un tipo normal, por como lo veían los demás; casi con las mismas preocupaciones de todos los hombres. Su aspecto era curioso por lo de la barba y los lentes, muchos otros lo tenían, es decir ese aspecto, pero en este caso, como se trataba de él, esto no era normal para sus vecinos. Al verse al espejo veía como se le reflejaba el tufillo del cigarrillo, mientras trataba, a toda prisa de terminar lo que estaba haciendo. Ya en plena calle, observo a una joven, era muy linda, pero sólo era una foto. Estaba un poco cansado por lo de su trabajo, era pintor. Al entrar en el foco de su pequeña guarida, en donde se resguardaba de todo, reflexionó sobre las palabras que sus padre le dijo alguna vez: " si pones goma en tus manos puede que borren las lineas que tienes en las palmas". Trataba de no colocar goma en sus manos, a lo más el color rojo se le mezclaba con el azul y el amarillo. Otro joven entraba, con algunos tropiezos, en la sala de cuadros.
- Qué haces - dijo Carlos -, es que no sabias que hoy es feriado, mejor ve a tu casa, o si quieres podemos ir a la playa, si es que quieres - agrego el joven -, está haciendo un buen sol, vamos no quedras quedarte solo en tu casa. Con tus hermanos y tu sobrina.
- No sabia que era feriado, pero y tú qué haces aquí. No deberías de estar en tu casa, acaso no es feriado - dijo Ademar algo molesto, y también un poco sonriente e irónico - y eso de la playa es verdad. Si quieres vamos. Yo tengo tiempo hoy, y además hace tiempo que no estoy nadando un poco - se froto uno de los ojos y luego agrego, no quiero quedarme quieto, eso de quedarse quieto es peligroso.
Una figura permanecía mirándolos. Una de sus pinturas, quizás preguntándose que hacían los jóvenes, ya que no pintaban, esto era poco cotidiano, ellos siempre estaban con sus pinceles.
- No sé a que te refieres, pero claro que es peligroso. El otro día me quede quieto, estaba resfriado, y me desespere mucho - repuso Ademar. Pero ahora se puso a sacar lo que había venido a buscar -. Estoy tratando de encontrar una caja que deje ayer - agrego, con una pequeña mueca.
- Es esta. Te espero. Vas ha estar super cansado y relajado después del partido, ya te quiero ver en la tarde.
.......
En la noche, a la hora en que Ademar va a soñar, como siempre, se da cuenta que ha invitado a salir a una joven a la que trata de conquistar, no puede ser que recién lo recuerde, pero aún hay tiempo. Se alista y mientras trata de que sus barbas se acomoden, se dirige a la puerta. Luego de unas calles se encuentra con ella, en una plaza de esas que no conocemos y que son casi sacadas de nuestros recuerdos, de aquellos que no tenemos hasta que pasan la plaza y el tiempo, y nosotros en ella.
- Pense que lo ibas a olvidar - dijo la joven, con algo de molestia, por el retraso – es un poco tarde.
- Cómo te va, yo - dijo el joven, con algo de picardia -, como crees, si tengo una buena memoria. Es que las mujeres se tardan en arreglarse, entonces pense que ibas a demorarte, por eso me quede un rato
la joven miro a su amigo, tratando de averiguar, con los gestos, si aquello era verdad. Ellos se conocieron en una fiesta. Ella es estudiante de artes plasticas. Es muy inteligente y graciosa. El día que se conocieron él le pregunto algo, mientras ella ignoraba todo lo que le rodeaba. Esta pregunta, como lo que ocurrió después, fueron parte de una noche de extraña diversión. Ella se le acerco y le dio la respuesta, que más o menos era otra pregunta. Ante tantas cuestiones, ambos y por complicidad, dejaron que todo pasara, menos la pieza de baile, así que bailaron. Eso hace unos meses, casi un año.
- Recuerdo que pasamos buenos momentos - repuso el joven -, pero es curioso que tú solamente quieras ser mi amiga. Es decir, han pasado tantas cosas y esta bien. Yo sólo soy un pintor, que no tiene un carro como tus amigos, pero por lo menos dame una oportunidad. Veraz que en el futuro mi obra va ha ser muy conocida y que incluso pueda que sea muy famoso, ya ha pasado antes, han habido tantos otros pintores famosos - trato de tocar el rostro de la joven, después agrego:-. Luego de eso estuvimos saliendo un tiempo y creo que te caigo bien.
- Dahli, Zislo, El Bosco, - dijo la joven - tú quieres ser como ellos, pero es que yo no veo eso en tu pintura. En lo de caerme bien, en eso si tienes razón. Eres un gran amigo
El se puso algo nervioso. La luz del farol ya no era tan clara.
- Escuchame – dijo Ademar -, quiero decirte algo importante. Por favor.
- Es mejor que seamos amigos, esto de creer que puedes ser bueno, en todo caso, es una posibilidad. Hay tantas. - agrego la joven - Mejor seamos amigos, eres un buen chico, pero por el momento quiero estar sola. Yo aprecio tu amistad, es interesante estar con alguien que crea sueños y que refleja sus pesadillas - trato de alejarse de Ademar :-. Aquella vez que viste la pintura de Van Hayek, te estaba observando, aunque no lo notabas.
Las manos, observo sus manos para ver si era él quien estaba ahí, a veces, por un juego de las formas pensaba no estar. Un auto, probablemente esos que se llevan las luces de los semaforos, paso raudo, dio un brinco, mientras las personas escuchaban los gritos, como los de Bunch, o los de Wagner en la Walquiria. El auto, por esas casualidades que siempre pasan, se dirigió al joven, que resignado, recibió, no solo la impresión, sino además el peso de aquella furgoneta. Ella miro al pintor, aun en el suelo.
.......
Ademar entro en su habitación, las manos, era como si las palabras de su padre le hicieran darse cuenta de que era otro, las lineas, habían desaparecido. Pero lo que le sorprendió más era que en su cuarto, estaba la caja de su amigo, aquella de la tienda. La vio, y las dudas lo tocaron. Al observarse en el espejo no vio nada, pero al ver en una de las mesas, una foto, miro la de su amigo. Era la habitación de Carlos y él no estaba ahí. Esto lo turbo más aún, trato de tirar las cosas, pero no pudo. Al recordar lo de su cita, fue a buscar a Roxana, tal vez ella si lo veria. Pero desistio al ver que la puerta, por más que lo intentaba no abría, era preciso esperar a alguien para que la abra, no quería atravezarla, no quería saber si estaba muerto. Espero un rato y luego, al ver un cuadro con un paisaje, fue a ver a Roxana. Ella estaba, extrañamente, en una pintura, mirándolo, sonriendole y él, luego de dudarlo un poco, entro en ella, para quedarse junto a la joven, a un olmo y una casa del campo. Un canción se escuchaba en la radio. Mientras que el reloj hacia esos pequeños sonidos, como de tambores pequeños. Carlos entró a la habitación para hacer su pintura.
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