José Hernández
Es interesante como se relacionan ciertas cosas en la vida, bueno, es verdad que todo, de algún modo, forma parte de una unidad, pero poco a poco, dentro de la vida, las cosas tienden a tener características peculiares y significados nuevos. Martín Fierro, de José Hernández es probablemente una historia que está dentro de lo que se podría denominar la historia que conversa con otras historias. Borges procuraba que sus cuentos tiendan al habla popular, en esto coincidió con Hernández, pero hay una nota peculiar. El castellano que se habla en Argentina es quizás el que más se asemeja al de las licencias literarias. El mismo carácter del argentino, su posición, un tanto privilegiado, en cuanto se refiere a retruécanos y cambios de la voz, es decir, del habla, entendiéndose esta como la voz del que habla y se enreda, para salir luego con una frase más sencilla, todo eso nos muestra que cuando en un lugar se encuentra la pampa y la ciudad, sudecen cosas como esta.
La voz de "El Perseguidor", una surreal, también, a pesar de ser diferente a la de Borges y de Hernández, refleja cierta tensión entre lo que se dice y lo que se debe decir, algo que a la vez, enriquece el lenguaje, no solo del que habla o conversa, sino también del que quiere quedar en silencio. Pero más allá de todo eso se ve un mundo de belleza, un conjunto de historias que seguramente, como en el cuento "el otro duelo", de Borges, nos llevan a enterarnos de que a veces las cosas, por causas extrañas y rumbos distintos, se entretejen, de tal suerte que a la postre todo ocurre como debió de ser, es decir como no se esperaba que fuera o algo así.
En el "Martín Fierro" de Hernández, la belleza radica en el canto del payador, del que vive en constante encuentro con las cosas y las situaciones, de quien asimila cierta sabiduría, popular por cierto, que a la vez está emparentada con la sabiduría de otros pueblos. En el perseguidor el drama es parecido, no tanto por las voces, pero si por la resonancia de lo dramático dentro de la vida de quienes están construyendo o destruyendo un destino común, la cuestión ahora está en el arte y en quien lo hace, así como en Jorge Luís y en Miguel, en Cortazar, se hace también cuestión de estas cosas tan comunes y a la vez tan importantes, se habla, en ellos, de la vida, del cantor, del asesino, del artista, del que cuenta con experiencias y también con algunas penas: Esto esta bueno, pue empecemos.
La voz de "El Perseguidor", una surreal, también, a pesar de ser diferente a la de Borges y de Hernández, refleja cierta tensión entre lo que se dice y lo que se debe decir, algo que a la vez, enriquece el lenguaje, no solo del que habla o conversa, sino también del que quiere quedar en silencio. Pero más allá de todo eso se ve un mundo de belleza, un conjunto de historias que seguramente, como en el cuento "el otro duelo", de Borges, nos llevan a enterarnos de que a veces las cosas, por causas extrañas y rumbos distintos, se entretejen, de tal suerte que a la postre todo ocurre como debió de ser, es decir como no se esperaba que fuera o algo así.
En el "Martín Fierro" de Hernández, la belleza radica en el canto del payador, del que vive en constante encuentro con las cosas y las situaciones, de quien asimila cierta sabiduría, popular por cierto, que a la vez está emparentada con la sabiduría de otros pueblos. En el perseguidor el drama es parecido, no tanto por las voces, pero si por la resonancia de lo dramático dentro de la vida de quienes están construyendo o destruyendo un destino común, la cuestión ahora está en el arte y en quien lo hace, así como en Jorge Luís y en Miguel, en Cortazar, se hace también cuestión de estas cosas tan comunes y a la vez tan importantes, se habla, en ellos, de la vida, del cantor, del asesino, del artista, del que cuenta con experiencias y también con algunas penas: Esto esta bueno, pue empecemos.
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