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El Club de lectura leo luego existo

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lunes, 21 de diciembre de 2009

Sobre las pasiones

Por las calles de la Habana

La literatura y la política de los pueblos se entremezclan, se conjugan al sabor de un vaso de vino en una tarde cualquiera. Por ejemplo, se cuentan muchas cosas de Fidel Castro, se dice que en una ocasión estaba con Bryce Echenique y se encontraba, por esos días, leyendo Un mundo para Julius, libro que su esposa leía al mismo tiempo, en una extraña situación en la que el libro tenía que desdoblarse, y de qué manera, mágica y misteriosa. Lo cierto es que Bryce siempre exagera un poco, un poquito todo lo que cuenta. Otros escritores que estuvieron cerca de Fidel fueron Padilla, en el lado opuesto y Edwards en una situación que nos hace recordar a El espía que surgió del frio, de John Le Carre. Edwards parecía un espía, lo parecía a los cubanos y sobre todo a Fidel. Bryce, en cambio, había hecho con un mundo para Julius un aporte contra la burguesía. En tanto que otro intelectual, como Jean Paul Sartre, en sus textos periodísticos, elogiaba a Cuba y sobre todo al Che, tanto Edwards, como Sartre pensaban en el Che como uno de los pocos hombres consecuentes del gobierno cubano. Lo que pensaba y lo que hacía Ernesto, estaba apenas separado por una línea inexistente, en la que se podía ver un anhelo y una revancha. Las primeras tentativas de Vargas Llosa con la izquierda, cual si se tratara de un Víctor Hugo en su juventud, se acercaban al socialismo, pero como en el autor de los miserables, Vargas Llosa luego del caso Padilla y otros incidentes, decidió, poco a poco acercarse a otro partido. En el caso de Vargas Llosa este acercamiento fue hacia la derecha y a un liberalismo nuevo y por redefinirse. En la actualidad la figura de Fidel ha tomado una pausa y su hermano, como actual gobernante de cuba, tiene que comenzar a afrontar la nueva relación con el gobierno de Obama; que recién, en su primera etapa pinta bien, no del todo alentadora, pero por lo menos se vislumbra un mar tranquilo. El que se muestra un poco intranquilo es Hugo Chávez, y si bien sus ideales de igualdad son rescatables, los métodos que usa no distan mucho de algunos que se usaban en España en la época de Franco y Primo de Rivera. Con esto no se quiere afirmar que todo lo que se hace en Venezuela este mal o todo lo que se hace en Estados Unidos este bien. Lo ideal, como en todo, es un justo medio, pero por una circunstancia, un incidente de la juventud, un amor no correspondido un hombre cambia y se vuelve de una tendencia u otra. Así las pasiones guían parte de nuestro sino, y lo conducen, como el rio Po al mar adriático, a un denso lugar en el que vemos a tanta gente y al mismo tiempo queremos encontrar una parte nuestra, una imagen perdida y que no está tan lejos.

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